NEW BRUNSWICK, NJ.– El 25 de junio, más de 100 miembros de la comunidad marcharon en solidaridad con el pueblo de uno de los estados más pobres de México, Oaxaca, a raíz de la fatal represión policial, en el más reciente conflicto entre el gobierno federal y los maestros del estado.

Teresa Vivar, líder de Lazos América Unida y quien participó en la organización de la marcha, dijo que está preocupada por el pueblo de Oaxaca, que es su tierra natal, y la de muchos otros habitantes de Nueva Brunswick.

“Estamos preocupados por la seguridad de las personas,” dijo Vivar, agregando que a su organización le preocupa que “la gente pobre sufrirá las consecuencias” de los continuos enfrentamientos violentos entre manifestantes sindicales y policías fuertemente armados.

Un sangriento enfrentamiento el 19 de junio causó la muerte de diez personas en Oaxaca, después de que la policía federal y estatal atacaron a los manifestantes con disparos, dejando más de 100 heridos, al menos 21 detenidos, e incluso más personas “desaparecidas.”

El violento conflicto comenzó cuando unos 800 policías descendieron al bloqueo de una autopista, en donde maestros y sus partidarios se encontraban manifestando en la pequeña ciudad.

Pero la escena en la cual policías portando equipos antidisturbios y siendo violentos con los manifestantes no era nada nuevo para los residentes de Oaxaca. Apenas una semana antes, el 11 de junio, un similar ejército de policías estuvo involucrado en un violento ataque nocturno en contra de manifestantes que habían bloqueado la entrada al polémico Instituto Estatal de Educación Pública (IEEPO).

Las tensiones ya estaban llegando a su punto de máximo ese fin de semana, cuando los dos dirigentes principales del sindicato de maestros Oaxaqueños fueron detenidos por el gobierno federal bajo cargos criminales.

En respuesta a los arrestos y la violencia policial, el sindicato organizó rápidamente 18 protestas masivas con el fin de bloquear carreteras, pidiendo que los hombres sean liberados, y oponiéndose a las “reformas neoliberales” del presidente Mexicano, las cuales los críticos han alegado se dirigen hacia la “privatización de la educación pública.”

Al principio, el gobierno negó tener algo que ver con la fatal represión, incluso fue tan lejos como para decir que los policías en el incidente no estaban armados.

Sin embargo, imágenes de vídeo mostraron todo lo contrario, y el gobierno mexicano más tarde cambió su historia oficial. Incluso, dos funcionarios de alto rango del gobierno de México ya han renunciado como respuesta a esta masacre.

Seis días después del ataque perpetrado, una modesta marcha comenzó en el interior del War Memorial Park de New Brunswick.

Apodado como “Parque Oaxaca” por la comunidad inmigrante local, este parque es un lugar de reunión para los jornaleros en busca de trabajo en la concurrida intersección de tres importantes vías: French Street, Handy Street, y Jersey Avenue.

Aunque el parque de propiedad municipal se estableció para honrar a los veteranos de la Primera Guerra Mundial, este encuentro sirvió para honrar y lamentar la pérdida de otro grupo de personas que perdieron sus vidas en batalla: aquellos que fallecieron víctimas de la violencia policial en la pequeña ciudad oaxaqueña de Nochixtlán.

La reciente violencia ha desatado demostraciones de solidaridad a través de México, así como también en muchas comunidades estadounidenses como Chicago, Nueva York, California, y ahora, en el centro de Nueva Jersey.

En New Brunswick, la marcha hacia la iglesia fue ordenada y mayormente silenciosa, por respeto a las personas que murieron en manos del gobierno mexicano.

Los manifestantes portaban carteles en español e inglés, algunos criticando al Presidente mexicano, y otros expresando su apoyo a los maestros oaxaqueños.

“Paz y Justicia para México,” leía uno de los carteles. “Todos somos Oaxaca,” decía otro.

Aunque la marcha atravesó silenciosamente French Street – el corazón de la comunidad inmigrante de la ciudad – la recepción que los manifestantes recibieron en la Segunda Iglesia Reformada en College Avenue fue todo menos silenciosa.

Allí, los manifestantes fueron recibidos por más de 50 miembros de Kalpulli Huehuetlahtolli, un grupo de danza espiritual y cultural que busca “preservar formas de vida indígenas… del México antiguo,” quienes vestían sus trajes tradicionales.

El grupo bendijo a cada uno de los manifestantes en su camino hacia el gimnasio de la iglesia, y realizó una impresionante ceremonia de danza tradicional que duró más de dos horas.

Los nombres de los fallecidos se leyeron en voz alta, y el pastor de la iglesia, Douglas Shepler, se dirigió brevemente a la multitud en español, después de haber sido bendecido.

Los asistentes donaron más de $500 para enviar a la gente de Oaxaca y ayudarlos en la compra de medicinas y alimentos.

Una gran parte de la población mexicana de New Brunswick tiene raíces en Oaxaca. Alrededor de la mitad de los 57.000 residentes de New Brunswick son Latinos de acuerdo con los datos del censo, pero no está claro qué porcentaje proviene de México exactamente.

El estado mexicano sufre de una infraestructura deficiente, crimen y pobreza, más que en el resto del país. Pero también se destaca de los otros 30 estados mexicanos por su diversidad y cultura, con más de un millón de habitantes que hablan una de más de una docena de lenguas indígenas.

“La topografía accidentada de Oaxaca ha jugado un papel importante en dar lugar a su increíble diversidad cultural,” se lee en un informe publicado por el Instituto de Cultura de Houston, esta es la explicación:

Debido a que las ciudades individuales y grupos tribales vivían aislados unos de otros por largos períodos de tiempo, el aislamiento posterior permitió que dieciséis grupos etnolingüísticos mantengan sus lenguas individuales, costumbres y tradiciones ancestrales intactas, tanto en la época colonial y en cierta medida hasta nuestros días. Por esta razón, Oaxaca es en términos generales el más étnicamente complejo de los treinta y un estados de México.

La diversidad de la zona es también lo que hace que el trabajo de los maestros oaxaqueños sea más difícil, y parte de esto es lo que ha llevado a su sindicato a presionar en contra de las medidas generalistas para la educación del presidente de México, Enrique Peña Nieto.

La Coordinación Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) “Sección 22,” el sindicato responsable de las protestas y bloqueos, ha sido durante mucho tiempo una de las voces más agresivas por la “reforma” de la educación, pero no la del tipo propuesto por Peña Nieto.

El sindicato ha estado en desacuerdo con los esfuerzos de educación federales por más de una década, insistiendo en que las prioridades del gobierno están fuera de contacto con la realidad que se vive en Oaxaca.

Durante el año 2006, la CNTE se tomó una plaza pública en la ciudad capital durante una épica huelga que duró siete meses. Sin embargo, la policía llegó con toda su fuerza para reprimirla, y al igual que la reciente batalla sobre la carretera de Nochixtlán, la represión resultó ser fatal.

En el ataque patrocinada por el gobierno el 14 de junio de 2006 – a casi diez años del más reciente incidente de violencia – helicópteros lanzaron gases lacrimógenos contra los manifestantes del sindicato.

El episodio solo dio lugar a que su levantamiento sea cada vez más popular, haciendo que la mayor parte de la población capitalina salga a apoyar a los maestros. Además, un grupo organizado de residentes locales conocidos como APPO tomaron el control de la zona obligando a la policía a abandonar el sitio.

No fue hasta octubre de ese año que las autoridades volvieron a tomar la ciudad de Oaxaca, y para ese momento, el conflicto había dejado al menos diecisiete personas fallecidas.

Desde el fiasco de 2006, que aún permanece grabado en la memoria de la mayoría de los oaxaqueños –y algunos habitantes de New Brunswick – los medios de comunicación internacionales han tomado nota de la lucha continua sobre la educación en Oaxaca, como se documenta en este artículo del New York Times del 2013:

Oaxaca se encuentra a 500 kilómetros de Ciudad de México, sin embargo, la distancia real es mucho más grande. El P.I.B. del estado per cápita es una cuarta parte de la media del país. Oaxaca ocupa el penúltimo entre todos los estados en infraestructura. Más de la mitad de su población vive en localidades de menos de 2.500 personas.

Ser maestro en Oaxaca significa a veces tener que viajar durante un día entero para llegar a su escuela en una pequeña comunidad, enseñar durante tres días – a los niños de todos los grados – y viajar de vuelta a casa para el fin de semana. Significa tener que lidiar con niños que hablan más de 20 dialectos diferentes.

Ser maestro en Oaxaca significa operar en un universo diferente – y bajo diferentes reglas.

A pesar de que el poco popular gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz Ortiz – el hombre acusado de la represión de 2006 – dejó su cargo en 2010, los maestros del estado aún no pueden dejar de sentirse en desacuerdo con la dirección en que el gobierno federal está tratando de impulsar su sistema educativo.

Ataques gubernamentales a los maestros de Oaxaca – y al sistema educativo único del estado – se han convertido en una ocurrencia regular ya que la línea entre los delincuentes y las instituciones gubernamentales se hace cada vez más borrosa, dijo Gustavo Esteva, un autor prominente y fundador de una universidad en Oaxaca, en una reciente entrevista en la radio independiente Democracy Now!

“No podemos trazar una línea que separe claramente el mundo de la delincuencia y el mundo de las instituciones. Es lo mismo para nosotros,” dijo Esteva. “Estamos viviendo en ese tipo de condiciones. No es el asalto criminal… o matar a las personas; son las autoridades mezcladas con los criminales.”

En el intervalo de diez años desde el levantamiento de 2006, a pesar de la elección de un nuevo Presidente y un nuevo Gobernador de Oaxaca, la corrupción ha sido frecuente en muchos aspectos del gobierno, con más de 100 Alcaldes locales del país asesinados por sicarios y la supuesta colaboración entre la policía y las organizaciones criminales.

En septiembre de 2014, en el vecino estado de Guerrero, un autobús lleno de 43 profesores en formación desaparecieron en un sospechoso incidente que aún no se ha aclarado por completo.

Según el New York Times, la explicación del gobierno resultó ser poco aceptable, y el gobierno inexplicablemente ha rechazado repetidas peticiones para permitir que investigadores externos entrevisten a personal militar ubicado cerca del lugar de la desaparición.

Esteva dijo que la desaparición de los 43 estudiantes de la Universidad de Maestros Rurales de Ayotzinapa fue “por supuesto conectado” a los recientes conflictos en Oaxaca.

“Esta es una guerra muy compleja … contra nosotros, contra nuestro territorio,” dijo Esteva. “La batalla acaba de comenzar.”

Pero el conflicto es también sólo el último brote de una derrota, una lucha que se arrastra y se lleva a cabo entre la Sección 22 y el gobierno federal, con protestas masivas o huelgas que se han convertido en una tradición anual desde mucho antes del incidente de 2006.

El gobierno mexicano ha desatado recientemente la ira del sindicato debido a las “reformas” propuestas que intentan destruir el sistema de escuelas para los maestros de Oaxaca. Estas escuelas, conocidas como “normales”, forman a los profesores sobre el manejo de la difícil tarea de enseñar al diverso alumnado del estado.

Los críticos llaman las supuestas reformas “capitalistas” y han sugerido que el actual sistema de educación gratuita está en peligro.

No muy diferente de las políticas de “reforma educativa” del gobernador de New Jersey, Chris Christie, los críticos las han analizado como un ataque sutilmente disfrazado a los sindicatos que representan a los maestros, y argumentan que las mismas tendrán un efecto negativo desproporcionado en las comunidades más pobres.

“La reforma de la educación es mejor entendida como un ataque a los trabajadores. Al igual que el discurso de los recientes movimientos de reforma educativa en los Estados Unidos, los reformadores mexicanos invocan nociones de “responsabilidad” y “calidad” en la instrucción,” lee un reciente informe de la Revista Jacobin.

El Presidente Peña Nieto implementó recientemente pruebas estandarizadas para los profesores, y utilizó la fuerza de la policía federal militarizada para asegurar los sitios de las pruebas. Pero aún más polémicos en Oaxaca son sus planes para poner fin al actual sistema de escuelas normales de la región.

Tal vez no sea una coincidencia, los normales también capacitan a los maestros sobre cómo organizarse y protestar en defensa de sus estudiantes y de sus propios derechos como trabajadores.